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Para reflexionar sobre la consecuencia de nuestros actos
¡Y luego dicen que las pequeñas cosas no son importantes!
Su nombre era Fleming, un agricultor pobre. Un día, mientras trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus herramientas y corrió hacia el pantano.
Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando y luchando tratando de liberarse del lodo. El agricultor Fleming salvó al niño de lo que pudo ser una muerte lenta y terrible. Al día siguiente, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor. Un noble inglés, elegantemente vestido, se bajó del vehículo y se presentó a si mismo como el padre del niño que Fleming había salvado.
-"Yo quiero recompensarlo," dijo el noble británico. "Usted salvó la vida de mi hijo".
-“No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice" respondió el agricultor ingles, rechazando la oferta. En ese momento el propio hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia.
-"¿Es ese su hijo?" -preguntó el noble.
-"Si," -repuso el agricultor lleno de orgullo.
-"Le voy a proponer un trato. Déjeme llevarme a su hijo y ofrecerle una buena educación. Si él es parecido a su padre crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted estará muy orgulloso".
El agricultor aceptó.
Con el paso del tiempo, el hijo de Fleming el agricultor se graduó en la Escuela de Medicina de St. Mary’s Hospital en Londres y se convirtió en un personaje conocido a través del mundo, el notorio Sir Alexander Fleming, el descubridor de la Penicilina.
Algunos años después, el hijo del noble ingles, cayó enfermo de pulmonía. ¿Qué lo salvó? La Penicilina.
¿El nombre del noble inglés? Randolph Churchill. ¿El nombre de su hijo? Sir Winston Churchill.
¡Y luego Dicen que las pequeñas cosas no son importantes!
Para comprender en su justa medida y dimensión histórica esta anécdota, es menester recordar quiénes fueron Alexander Fleming y Winston Churchill y que aporte realizaron a la humanidad.
Alexander Fleming nació en Escocia a finales del siglo XIX. Su fama como médico y científico se debe al descubrimiento de la penicilina, un antibiótico que ha permitido curar a muchas personas con enfermedades infecciosas.
Winston Churchill (1874-1965) fue uno de los políticos más importantes del siglo XX. Ejerció como primer ministro británico durante la II Guerra Mundial, entre 1940 y 1945; y más tarde, desde 1951 hasta 1955. También resultó galardonado, en 1953, con el Premio Nobel de Literatura
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Anécdotas históricas
El alquimista pobre
En una ocasión un famoso alquimista escribió una obra titulada “Crisopeya o arte de fabricar oro” y se la presentó al papa León X. Claro está que una obra que enseña a fabricar oro tiene un valor inapreciable y el alquimista esperaba ser recompensado generosamente por hacer entrega de esta información a la Santa Madre Iglesia.
Pero la iglesia, o más bien sus representantes, en no pocas ocasiones son personas de gran sabiduría, vasto ingenio y fino humor. Y así, el papa León X le entregó al ilustre alquimista una bolsa vacía en pago por su obra. El alquimista debió pedir una explicación al pontífice y este le contestó: “No te doy la bolsa llena de monedas porque, sin duda, te será fácil llenarla aplicando tus conocimientos de alquimia”. ¿Quién emite replica contra esta afirmación? Es perfectamente lógica.
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