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hilando recuerdos

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Lo que nos dejó la escuela

 

Lecciones de maestras y profesores

 

Es fascinante como vamos olvidando lo que nos enseñaron nuestras maestras con el paso de los años. Materias que parecían tan fundamentales para nuestro futuro profesional y que no pasaron de ser mero aprendizaje que el viento se llevó ante el primer contratiempo existencial. Y como, sin embargo, recordamos enseñanzas personales que nos marcaron el alma y nos educaron para toda la vida. Porque para ser justos con nuestras maestras de primaria, no fueron las materias escolares las que nos enseñaron a ser buenas personas sino sus ejemplos de vida y sus lecciones cotidianas de moralidad.

 

Hoy, que crecimos y somos adultos, nos damos cuenta que enseñar no es sólo aprender la lección y sacar buenas notas o dar lecciones orales parados frente al pizarrón y a una clase que nos escucha atenta pero aburrida. Hoy comprendemos que en la mayoría de las veces se trata mucho más que de eso y que hay una enorme diferencia entre instruir y educar. Instruir instruye cualquier maestra medianamente preparada; pero educar solamente educa la maestra que ha vivido y sabe lo que es la vida y, sobre todas las cosas, lleva en el alma grabadas palabras que saca a relucir en los momentos trascendentales de cada alumno y que, a veces, exceden el ámbito escolar y transforman su vida para siempre.

Por eso no me sorprende que al echar la mirada atrás, apenas recuerde cosas aprendidas en matemáticas, lengua, biología, ciencias sociales… y, sin embargo, aún atesore las palabras que me dijo una maestra el día que lloré por la muerte de algún ser querido o cuando sufrí por amor creyendo que iba a morir de tristeza.

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