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hilando recuerdos

Cuando seres extraños invadían las cabezas de los niños

Cuando seres extraños invadían las cabezas de los niños

“¡Socorro, nos comen los piojos!”

 

Colaboración especial

de Agüeda Gallinger

 

Vuelvo la mirada al pasado y regreso a la época en que tenía 8 años y me veo con el cabello largo, muy largo: un montón de pelo que mi madre sufría para peinar todas las mañanas. Un día, cuando estaba en tercer grado, mi mamá descubrió que tenía piojos en mi hermosa cabellera rubia. Preocupada no tuvo mejor idea que ponerme un polvito blanco.

-¿Pero, qué es eso mama? ¿Qué ponés en mi cabeza? -pregunté yo, sin saber nada de nada.

El polvo mágico resultó ser uno de esos productos que por aquellos años se usaba en el campo para exterminar las pulgas de los perros. Sí, eso pusieron en mi cabeza. Pero, si esto no fuera suficiente para horrorizar a cualquier lector… ¿no saben con qué lavaron después mi cabello al darse cuenta que los piojos no sólo no desaparecían sino que parecían reproducirse más y más? ¡¡¡Con kerosén!!! Si, kerosén. Aunque ustedes no lo crean. ¡Un fósforo  y mi linda cabecita se convertía en antorcha!

 

 

Las hermanas religiosas en las escuelas parroquiales nos enseñaron que “los piojos no vuelan ni saltan. Se trasmiten a través del contacto directo, cabeza con cabeza, o por compartir peines, gorros, de personas contagiadas. Prefieren a los niños y las zonas más calientitas de su pequeña cabeza (la nuca y detrás de las orejas). Chupan pequeñas cantidades de sangre y tras la picadura dejan saliva que es la que genera el escozor en el cuero cabelludo”.

Nos explicaban, siempre serias y autoritarias, para que aprendiéramos la lección de un pecado que no habíamos cometido: “Cuando los niños de la casa ya tienen piojos lo mejor es seguir un tratamiento con un producto adecuado y peinar constantemente con un peine apropiado.

“El tratamiento requiere paciencia y constancia” –recalcaban para no dejar dudas-. “Eso hay que hacerlo manualmente, como monitos” –agregaban-.

También nos explicaban que “Una forma de desprender las liendres, que son los huevos de los “piojos”, del cabello es mezclando vinagre blanco con agua y poner esa preparación, a modo de masaje,  en el cabello”.

En aquel tiempo se declaró una guerra sin cuartel para exterminar todos los piojos de las colonias. Pues nadie se salvaba de tenerlos como huéspedes aunque más no fuera una vez al año. Lo malo era que muy pocas familias tenían dinero suficiente para comprar los productos adecuados para combatirlos, por lo que la mayoría recurría a preparaciones caseras que resultaban, además de un tormento y muy olorosos, un peligro para nosotros, los niños.

Sin embargo comprendo a mis padres. Eran otros tiempos, otras épocas, en los que se hacía lo que se podía y en la mayoría de las veces lo que se podía era demasiado poco porque no solamente no se tenía real consciencia de lo que se hacía sino porque el poder adquisitivo no permitía hacer otra cosa. ¡Todos éramos tan pobres!

 

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¿Cómo combatían los piojos nuestras abuelas?

 

“Mi madre nos empapaba la cabeza con kerosén embebido en algodón y nos envolvía la cabeza con una bolsa de nylon para que –según decía- se mueran todos los piojos. Los piojos se morían, es cierto, pero quedábamos con un olor a taller mecánico que nos “perseguía” durante semanas. Permanecíamos inmunizadas por tres o cuatro años al menos”.

 

Margarita Schechtel

 

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 “Mi mamá nos lavaba la cabeza con vinagre blanco y los piojos quedaban flotando en el agua de la palangana. Parecían náufragos desesperados por escapar vaya uno a saber adónde”.

 

Abuela Schwab

 

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“Mi madre picaba bolitas de naftalina para convertirlas en polvo. Ese polvo blanco lo colocaba luego sobre nuestras cabezas durante horas. Los piojos morían, es cierto… pero no se nos acercaba una polilla durante meses”.

 

Rosa Stremel

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 Recetas caseras para eliminar los piojos

 

Para preparar el “remedio” con el que se va a combatir los piojos tomar una taza de vinagre, colocar dos o tres cucharadas de azúcar, revolver, y aplicar directamente esta preparación sobre el cabello, masajeando y procurando que llegue bien al cuero cabelludo. Luego cubrir la cabeza durante media hora para que el preparado vaya haciendo efecto. Posteriormente lavar y enjuagar el cabello, pasando un peine fino para extraer los piojos que quedaron adheridos.

 

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Otro de los interesantes remedios naturales para los piojos es una buena combinación de eucalipto y limón. Tomar unas cuantas hojas de la planta y hervirlas durante 15 minutos en un litro de agua, añadiendo al final el zumo de un limón. Luego aplicar en el pelo, haciendo masajes. Dejar que esta “loción” actúe por media hora. Después enjuagar y lavar el cabello normalmente.

 

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Otras recetas, más comunes y mucho más drásticas, incluían kerosén, naftalina, vinagre blanco, entre otros productos que podían resultan peligrosos para el niño y que es preferible no reproducir.

Por lo que damos por concluido el recuadro con las “Recetas caseras de las abuelas para eliminar los piojos”.

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