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Humoradas del nono sabio de las colonias

Humoradas del nono sabio de las colonias

Anécdotas que nos contó el abuelo Federico Lagmann, más conocido como “das kleine Fritzie” (El pequeño Federico)

 

Humoradas del nono sabio de las colonias

 

Anécdota I

Abuelo todopoderoso

                                                 

Don Hilario Suppes, de 90 años, visita a su médico personal para realizarse un chequeo de rutina.

El doctor luego de revisarlo y encontrarlo completamente sano, lo invita a sentar frente a él, en el escritorio, para conversar con él, como hacía con todos los pacientes para conocerlos mejor.

-¿Cómo se siente? –pregunta el médico.

-¡Nunca estuve mejor! Mi novia tiene 18 años, ahora está embarazada y vamos a tener un hijo –responde Hilario Suppes.

El doctor piensa por un momento y dice:

-Permítame contarle una historia: Un cazador que nunca se perdía la temporada de caza, salió un día tan apurado de su hogar, que se confundió, tomando el paraguas en vez del rifle. Cuando llegó al campo, se le aparece un avestruz. El cazador levantó el paraguas, le apuntó al avestruz y disparó. ¿A que no sabe que pasó?

-No sé -responde el anciano-.

-El avestruz cayó muerto frente a él.

-¡Imposible! -exclama el anciano- alguien más debe haber disparado.

-¡Pues claro hombre, a ese punto quería llegar! –concluye el médico.

 

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Anécdota II

 

Nunca prestes tu disfraz a nadie

 

Un matrimonio de las colonias que tenía amigos en la Capital Federal y estaba pasando unos días en la casa de ellos, fue invitado a acompañarlos a una fiesta de máscaras y disfraces: un evento al cual ninguno de los dos había asistido jamás.

Llegada la hora de tener que asistir a la fiesta a ella le comenzó a doler muchísimo la cabeza, por lo que le pide al marido que vaya solo. Él protestó, pero ella le dijo que se iba a tomar una aspirina e irse a la cama. El marido se puso el disfraz y se fue solo.

La mujer, después de dormir una hora, se despertó bien, sin dolor. Como era temprano decidió ir a la fiesta. Y como el marido no sabía cuál era su disfraz, ella pensó que sería divertido observar como actuaba él cuando estaba solo. Ella llegó a la fiesta y enseguida vio al marido bailando en la pista con cada chica con la que se cruzaba, tocando un poco por acá y tirando besitos por allá. La esposa se le acercó y empezó a seducirlo. Él dejó a la mujer con la que estaba y se dedicó a la recién llegada. Ella lo dejó avanzar todo lo que él quisiera: después de todo era su marido. En un momento, él le susurró una proposición en el oído y ella aceptó. Salieron de la fiesta y en uno de los autos hicieron el amor.

A medianoche, a la hora de tener que revelar su identidad, la señora se escabulló, fue a su casa, se quitó el disfraz y se metió en la cama, preguntándose qué clase de explicación le iba a dar su marido. Cuando él entró, ella estaba sentada en la cama, leyendo Periódico Cultural Hilando recuerdos.

- ¿Cómo te fue? -le preguntó.

- Bueno, lo de siempre -dijo él-. Ya sabes que no la paso bien cuando no estoy contigo.

-¿Bailaste mucho? –preguntó la esposa

-Ni una sola pieza. Cuando llegué, me encontré con Pedro, Guillermo y otros muchachos, así que nos fuimos a la planta alta y jugamos truco toda la noche. ¡Lo que no me vas a poder creer es lo que le pasó al tipo al que le presté mi disfraz!

 

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Anécdota III

La dentadura postiza

 

Un matrimonio ya anciano, estaba durmiendo tranquilamente cuando el viejo a las tres de la mañana empieza a gritar:

-¡Feliz año nuevo! ¡Feliz año nuevo!

-¡Eh! Viejo, despertate. ¡Estás soñando! Si estamos en septiembre.

El viejo sigue...

-¡Feliz año nuevo! ¡Feliz año nuevo!

La mujer le pone la dentadura postiza para comprender qué es lo que dice su marido:

-¡Felisa me muero! ¡Felisa me muero!

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