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hilando recuerdos

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Consejos prácticos de doña María

Sabiduría popular de las abuelas de las colonias

Séptima parte

Las abuelas tienen mucho que enseñar a las nuevas generaciones. El conocimiento en los secretos culinarios es un ejemplo de ello. Por eso Periódico Cultural Hilando recuerdos rescata y difunde estos misterios que tan secretamente conservan las abuelas de las colonias y que solamente es posible publicar luego de una ardua investigación entrevistando las ancianas amas de casa. He aquí un pequeño adelanto de las mismas

Albóndigas tiernas: Para que sus albóndigas queden tiernas, añada a la carne picada un poco de miga de pan, que previamente haya dejado reposar en leche.

Arroz blanco: Si desea que el arroz le quede realmente blanco, añada al agua de cocción unas cuantas gotas de jugo de limón o de vinagre.

Guiso pegado en la cacerola: Cuando el guiso que preparó se pega en el fondo de la cazuela debe usted poner agua fría en otra más grande, sumerja el fondo de la cazuela quemada. Déjela reposar hasta que enfríe y por último solo pase el contenido de la cazuela a otra limpia (recuerde no rascar ni remover el fondo).

Legumbres mas suaves: Las alubias, garbanzos y frijoles quedan mucho más suaves si añade al agua de la cocción tres cucharadas de aceite comestible.

Limones frescos: El mejor modo de mantener los limones tan frescos como el día que son comprados, es colocarlos en una bolsa plástica dentro de la heladera.

Tortillas esponjosas: Las tortillas le quedarán más esponjosas si le agrega una cucharada sopera de leche por cada 2 huevos.

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Para pensar

Abuelos

Colaboración de José Ma. Moliner

Tener una persona mayor en casa es un privilegio, una gracia, un don de Dios.

El abuelo es un testigo de nuestro pasado, es una raíz de nuestro ser.

Cuando un abuelo es rodeado de cariño y afecto por sus nietos, toda la casa se llena de luz.

No importa que al abuelo se le olviden las cosas, que nos cuente la misma historia varias veces, que se le caiga la ceniza del cigarro, eso es natural.

Lo importante es que si le miramos a los ojos, ojos sin brillo, veamos en ellos, la sabiduría remansada por el tiempo.

Tenemos que recordar que, un día, nosotros ocuparemos su sillón... y nos querrán si hemos querido.

Nos harán felices si hemos repartido felicidad.

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