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Anécdota uno: El “viva la pepa” de los concejales
El hilo se corta por lo más delgado
Cuenta la historia que el concejo deliberante de un distrito en el que hay una colonia de alemanes del Volga donde antaño funcionaba un depósito de chatarra municipal abandonado, decide tomar “cartas en el asunto” para crear el puesto de sereno con el fin de resguardar los bienes públicos, sin tener en cuenta la maquinaria burocrática que esta simple idea pone en marcha. Una anécdota que sucedió hace varios años y que sin embargo, no deja de sorprender porque, todavía hoy, más de veinte años después, todo sigue igual. No sólo en ese distrito sino en la Argentina toda, donde se continúan poniendo en vigencia reglamentaciones y leyes que rozan el ridículo.
Cuentan los rumores periodísticos que, en una colonia de alemanes del Volga en la que el gobierno municipal del distrito establecido en la ciudad cabecera del partido, poseía un depósito de chatarra donde iban a parar los coches que se incautaban a conductores que violaban las ordenanzas o intervenían en accidentes de tránsito en los que los automóviles quedaban inservibles, los concejales comenzaron a preocuparse porque estaba a merced de quien quisiera ingresar en él y llevarse lo que se le venga en gana.
Fue así que se reunieron en sesión extraordinaria para tratar este único punto dentro del orden del día. Sosteniendo como argumento que “El gobierno municipal, es decir, el pueblo, a quien en definitiva representa, es dueño de un depósito de chatarra en una de las localidad del interior del distrito. El mismo se encuentra en un baldío, a cielo abierto, sin ningún tipo de control ni vigilancia. Cualquiera puede ingresar y llevarse lo que se le antoje”.
De común acuerdo, decidieron crear el puesto de Sereno y contrataron a una persona para el trabajo.
Con el correr de los días no se sintieron satisfechos con lo hecho. Volvieron a reunirse para responder a la pregunta “¿Cómo puede hacer el sereno su trabajo sin capacitación?”. Entonces crearon un área de planeamiento y tomaron dos personas, una para escribir las instrucciones y otra para efectuar estudios de tiempo.
Tampoco quedaron contentos con esta nueva determinación. Por lo que volvieron a reunirse para encontrar una respuesta a la pregunta “¿Cómo vamos a saber que el sereno está realizando sus tareas correctamente?". Entonces crearon el Departamento de Control de Calidad y contrataron dos personas: una para realizar los estudios y otra para escribir los reportes.
Transcurridos unos días un concejal se preguntó “¿Cómo va a cobrar su sueldo toda esta gente?". Entonces los concejales crearon los siguientes puestos: Controlador de Horarios y Pagador de Sueldos. Y contrataron dos personas más.
Todavía no satisfechos con su abnegada labor, decidieron mejorar la “idea” y para ello se preguntaron: ¿"Quién va a llevar la administración contable de toda esta gente?". Entonces crearon un área administrativa y contrataron a tres personas: un contador, un asistente y una secretaria.
Finalmente, después de tantas decisiones “acertadas”, los concejales en una sesión extraordinaria convocada a los efectos, opinaron que: "Tenemos un depósito de chatarra en funcionamiento desde hace un año y estamos $180.000 por encima del presupuesto. Debemos recortar gastos".
Entonces echaron al sereno.
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