“Me fui y no supe regresar a tiempo…”.
Carta de un hijo a su madre II
Me duele saber que moriste en soledad, en la cama de un hospital, esperando mi regreso. Pero no pude retornar a tiempo para estar junto a vos a la hora en que cerraste los ojos esperándome, llamándome, porque, iluso de mi, pensaba que tenía cosas más importantes que hacer y que vos podías esperar un poco más. Ya nunca he de verte. Ya nunca he de escuchar tu voz. Todo es silencio. En la casa donde viviste, donde nací. Aquí en mi alma. Todo es silencio. Sólo un dolor muy profundo llena mi ser de reproches que desgarran mi alma, me inunda de llanto y me ahoga en orfandad. Me siento infinitamente solo, muy triste. Ya no podré volver a hablar con vos. Estoy solo en el mundo. Ya no tengo madre. ¿Por qué fui tan ciego? ¿Por qué pensé que nunca ibas a morir, que eras inmortal? ¿Qué siempre quedaba tiempo suficiente para hablar con vos? ¿Por qué nunca te dije todo lo que sentía? ¿Por qué nunca te agradecí lo que hiciste por mis hermanos y por mi?
Ahora ya es tarde. Irremediablemente tarde. Porque sólo sos una tumba con una hermosa fotografía recordando un momento en el que fuiste feliz. Una tumba junto a la cual llora éste, tu hijo, que no puede entender cómo es que alguien tan fuerte como vos pudo morir y dejarme tan pero tan solo.
Tu hijo, que te ama y nunca te olvidará.
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