Anécdotas disparatadas que cuentan los abuelos en ruedas de amigos I
Para eso pagaba
Todos los sábados Ruperto iba a Coronel Suárez para buscar la correspondencia de la estancia donde trabajaba de peón rural.
Cerca de cinco leguas de ida y otras tantas de vuelta le obligaban a tomarse un descanso en la ciudad, mientras su caballo reponía fuerzas para el regreso.
Muchas veces Ruperto aprovechaba ese intervalo para hacer algunas compras, y así, cierta vez, luego de tomarse unas cañas, pasó a la sección tienda del negocio de ramos generales, y le dijo al dependiente que le atendió:
-Necesito un par de bombachas fuertes y una campera de cuero.
-¿Qué otra cosa desea? –le preguntó el vendedor luego que Ruperto cerró trato por esas prendas.
-Y… No me vendrían mal un par de medias buenas, para lucirme en el baile del domingo, en el rancho de Doña Eulogia.
El dependiente le mostró unas medias, diciendo:
-Estas son medias finas… ¿Le gustan?
-¡No le dije que quería medias buenas!
-¡Pero estas son buenas, don! -dijo el vendedor sorprendido.
-¿Sí? ¡Cómo no! Y entonces… ¿Por qué dice que son “medias finas”? Yo las quiero finas del todo. ¡No se haga el vivo conmigo, que para eso pago!
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