Continúa la historia de los descendientes de alemanes del Volga...
La zarina Catalina II convoca a colonizar tierras rusas
Investigación especial II
“Las aldeas de Alemania se erigían humeantes y desoladas, las campiñas, otrora florecientes y productivas, despojadas de toda su riqueza de tanto soportar sobre sus fértiles campos innumerables batallas y un sinnúmero de muertes: las tierras yacían yermas y vacías como desiertos. Vastedades inmensas sin vestigio de vida humana, animal o vegetal. Las ciudades se encontraban arruinadas. La población había disminuido de manera considerable e increíble. El pueblo estaba sumido en la más absoluta miseria... Y como bendición de Dios, llegó la salvación a tanta desolación: Catalina II La Grande de Rusia lanzó un Manifiesto por toda Europa para colonizar tierras rusas a cambio de todo lo que nos hacía falta y más, mucho más”, palabras redactadas en alemán al margen de un antiguo devocionario.
Alemania era una organización imperial con muy pocos habitantes apenas sostenida por la enorme cantidad de principados menores saqueados y arruinados por las sucesivas guerras que tuvieron como escenario su territorio. Las aldeas se erigían humeantes y desoladas, las campiñas, otrora florecientes y productivas, despojadas de toda su riqueza de tanto soportar sobre sus fértiles tierras innumerables batallas y un sinnúmero de muertes: los campos yacían yermos y vacíos como desiertos. Vastedades inmensas sin vestigio de vida humana, animal o vegetal. Las ciudades se encontraban arruinadas. La población había disminuido de manera considerable e increíble. El pueblo estaba sumido en la más absoluta miseria.
En circunstancias tan tristes y nefastas un anuncio a modo de pregón recorre Europa: un Manifiesto emitido por Catalina II La Grande de Rusia, fechado el 22 de julio de 1763 en San Petersburgo, ofrece a través de leyes extraordinarias la salvación a los desheredados y menesterosos aldeanos. El Edicto prometía a los colonos que desearan emprender la aventura colonizadora de transformar tierras incultas en un territorio civilizado, prerrogativas demasiado atractivas como para ser rechazadas, como la libertad y la tan ansiada paz para construir un presente sin guerras y sin hambre. Por eso no es de extrañar que el 80% de los 30.000 europeos que emigraron a Rusia, entre los años 1763 y 1767, fueran de origen alemán, más exactamente de las regiones de Hesse, Renania, Palatinado y Würtemberg.
Los puntos más sobresalientes del Manifiesto pueden ser sintetizados en el siguiente orden: “1º Permitiremos a todos los extranjeros que lleguen a nuestro Imperio, practicar libremente su religión, de acuerdo a los usos y costumbres y estatutos de las iglesias; 2º Todos aquellos inmigrantes que ingresen a Rusia para establecerse no pagarán impuestos ni prestarán servicios comunes ni extraordinarios al Estado; 3º Mientras se prolongue su radicación en Rusia, ningún inmigrante podrá ser obligado a prestar servicio militar ni civil alguno; 4º Todos los campos y terrenos asignados a los inmigrantes lo serán como posesión intocable, a perpetuidad, transmitido por herencia, sin llegar a ser propiedad individual de nadie, sino un bien común de cada Colonia; 5º Se permitirá a los colonos, para expandir y mejorar sus posesiones, comprar campos privados como propiedad particular; 6º Los campos asignados por la Corona, generalmente serán heredados por el hijo menor del poseedor; 7º Los que lleguen a nuestro Imperio para radicarse y posteriormente deseen alejarse del mismo, les concederemos la libertad para ello; pero con la condición de que una parte de los bienes producidos en nuestros dominios sean entregados a nuestra Tesorería. Luego se permitirá viajar libremente hacia el lugar de su predilección; 8º Se promete el libre ejercicio y uso del idioma natal, la organización escolar propia y la dirección administrativa y judicial de sus colonias y aldeas por Estatutos propios”.
Firma de contratos entre los colonos y el Imperio ruso
Distribuido el Manifiesto por toda Europa, comenzó la búsqueda de colonos mediante representantes de la Corona rusa y de empresas privadas.
Los enviados oficiales o privados suscribían con cada uno de los emigrantes un contrato –y cuando se trataba de una familia, con el jefe del hogar- que señalaba las obligaciones y derechos de éstos frente al Gobierno de Catalina II. Tales privilegios o compromisos se convinieron en los siguientes puntos:
lo Para cubrir los gastos ocasionados por el viaje, desde el domicilio de cada emigrante hasta el puerto de Lübeck cada hombre percibía por día 15 cruceros, la esposa y los hijos varones 10 cruceros y los hijos menores 6 cruceros; igual suma correspondía por cada día de viaje en barco, desde Lübeck hasta San Petersburgo, por el Mar Báltico.
2° Cada colono —a su pedido— recibía un adelanto de dinero en efectivo —al llegar a destino en Rusia— para la construcción de su vivienda, galpones, corrales, adquisición de herramientas, carros, caballos, ganado vacuno, ovino, porcino, aves y semillas para las primeras siembras, de acuerdo al tamaño de la parcela de terreno asignada.
3º Se construirían escuelas por el Estado, equipadas de acuerdo a lo que cada confesión religiosa determine; también tendrían en su nuevo destino, los servicios médicos y quirúrgicos necesarios.
4º Cada cabeza de grupo familiar recibiría tanto campo, praderas, bosque, para que su producto alcance a un decoroso sostén —conforme a edad y sexo—; todo lo cual sería heredado por el hijo menor como bien de familia.
En cambio, las "obligaciones" a las cuales se sometía cada inmigrante pueden resumirse en la siguiente forma:
1º Prometer, en solidaridad con la esposa e hijos, trabajar y cultivar un mínimo de 30 desjatinen (32,70 has.) de campo que se les asignaría.
2° Comprometerse a no abandonar los campos asignados, sin la autorización debida, y someterse a las leyes del Imperio ruso.
3º Obligarse formalmente a devolver, sin intereses, el importe de todos los gastos ocasionados por el viaje y subsistencia hasta San Petersburgo, por sí y por cada miembro del grupo familiar respectivo, como también todos los adelantos en dinero para la vivienda, instalaciones y medios de trabajo, durante los diez primeros años de radicación, en tres cuotas iguales.
4° Contraer la obligación de amortizar las deudas y compromisos anuales, con la entrega del 10 % de la producción propia al jefe de la Colonia; asimismo, dichos jefes tendrán prioridad en la adquisición de toda la producción rural, siempre que abonen el mismo precio que el competidor privado.
5° Cada familia o inmigrante a Rusia, participará de los derechos y obligaciones contraídas por la comunidad, aldea o colonia a la cual pertenece, en la medida y proporción de los anticipos y campo recibidos de la Corona y se constituirá en parte de la misma, conforme a las normas distributivas y societarias establecidas.
6° Contraer el compromiso de disfrutar de todos los privilegios otorgados por la Corona Imperial y ejercer todos los derechos asignados por su Graciosa Majestad, en forma individual y/o en comunidad; comprometer la colaboración con los jefes de las colonias para obtener la debida protección ante la Escribanía Tutelar Imperial, a fin de lograr los objetivos de la Colonización trazados por Su Majestad, en beneficio propio, de los participantes y de la Corona.
7º Prestar la debida colaboración con las autoridades en circunstancias de tener que abandonar —por razones de servicios o por propia determinación— los dominios rusos, a fin de poder llevar los efectos y enseres propios y el valor de la participación en la comunidad; todo ello, de acuerdo a normas y límites permitidos por el Edicto Imperial y previo cumplimiento de todas las obligaciones contraídas. Ello no incluye la restitución del dinero adelantado para la subsistencia en San Petersburgo y posterior transporte a las Colonias del Volga, en vista que será otorgado por la "GRACIA" de Su Majestad Catalina II.
¿Quién fue Catalina II La Grande?
Catalina nació con el nombre de Sophie Fredericke Auguste von Anhalt-Zerbst, en Stettin (actual ciudad de Szczecin, en Polonia) el 2 de mayo de 1729, hija de un príncipe alemán. En 1745, se casó con el gran duque Pedro de Holstein, heredero al trono ruso. El matrimonio no fue feliz, pero la inteligente y ambiciosa Catalina no tardó en rodearse de un grupo de seguidores en San Petersburgo. En 1754 dio a luz un hijo, el futuro emperador Pablo. El marido de Catalina accedió al trono como Pedro III en 1762. Excéntrico, inestable y despectivo con sus súbditos, pronto se vio alejado de varios grupos importantes de la sociedad rusa. El 9 de julio de 1762, siguiendo una práctica habitual en la Rusia del siglo XVIII, la Guardia Imperial le derrocó y colocó en su lugar a Catalina en el trono. Pocos días después Pedro fue asesinado.
Catalina conocía bien la literatura de la Ilustración francesa, la cual ejerció una gran influencia sobre su propio pensamiento político. Mantuvo un estrecho contacto con Voltaire y Denis Diderot, prestó apoyo financiero a algunos escritores franceses, y Diderot fue huésped de su corte en 1773. Aunque con estas actividades simplemente pretendía crearse una imagen favorable en Europa Occidental, probablemente fue sincera en su interés y en su esperanza de poder aplicar algunas de las ideas ilustradas a la racionalización y reforma de la administración del Imperio ruso. A pesar de su interés en la reforma legal, la comisión que nombró para llevar a cabo esta tarea en 1767 no pudo cumplir sus objetivos. Entre los logros de Catalina se pueden destacar: la creación de las primeras escuelas para chicas y la de un colegio médico para el cuidado de sus súbditos.
En los primeros años de su reinado, Catalina trató de ganarse el apoyo de la clase acomodada rusa, y, en concreto, de un pequeño grupo de nobles. Confirmó la decisión de Pedro III de librar a la clase acomodada del servicio militar obligatorio, les concedió otros muchos privilegios y colmó a sus seguidores con títulos, cargos, tierras y siervos para trabajar en sus campos. A pesar de su declarado aborrecimiento de la servidumbre, hizo mucho por extender esta institución, cediendo siervos del Estado a propietarios privados, llevando la servidumbre a los territorios de reciente adquisición e incrementando el control legal de la clase acomodada sobre sus siervos.
El malestar de los campesinos culminó en una gran rebelión (1773-1775), encabezada por el cosaco Yemelián Pugachov, que hizo estragos en la mayor parte de la cuenca del río Volga y en los montes Urales, antes de ser definitivamente aplastada por las fuerzas militares. La rebelión marcó un giro hacia una política interna más reaccionaria. El ejército cosaco fue disuelto, y se concedieron privilegios especiales a otros cosacos, tratando de convertirlos en leales seguidores de la autocracia. En 1775 se llevó a cabo una importante reforma de la administración provincial, con el fin de conseguir un mejor control del Imperio. También se realizó una gran reforma de la administración urbana. La Revolución Francesa incrementó la hostilidad de Catalina hacia las ideas liberales. Varios críticos de la institución de la servidumbre fueron encarcelados, y parece ser que Catalina estaba planeando formar parte de una coalición europea contra Francia cuando murió el 17 de noviembre de 1796, en San Petersburgo.
Durante el reinado de Catalina, el territorio del Imperio ruso se extendió enormemente. Gracias a dos guerras contra el Imperio otomano (1768-1774 y 1787-1791) y a la anexión de Crimea (1783), Rusia logró controlar la costa norte del mar Negro. El control ruso sobre Polonia y Lituania también aumentó en gran medida, culminando con la anexión de grandes extensiones de territorio en los tres repartos de Polonia (1772, 1793, 1795).
Una de las características del reinado de Catalina fue el importante papel que desempeñaron sus amantes o favoritos. Diez hombres ocuparon este cargo semioficial, y al menos dos de ellos, Grigori Orlov y Grígori Alexándrovich Potemkín, tuvieron especial importancia a la hora de formular la política exterior e interior del país. Aunque la valoración de la figura de Catalina puede variar, es indudable que desempeñó un papel clave en el desarrollo de Rusia como estado moderno.
Fuentes consultadas:
* Weyne, Olga; El último puerto: del Rhin al Volga y del Volga al Plata. Instituto Torcuato Di Tella - Editorial Tesis. Buenos Aires, Argentina. 1987. * Seitz, Matías; Los alemanes del Volga y sus descendientes. Editorial Guadalupe. Buenos Aires, Argentina. 1968. * Popp P., Víctor - Dening, Nicolás; Los alemanes del Volga: tras largo peregrinar por Europa hallaron patria definitiva en América. Popp P., Víctor - Dening, Nicolás. Buenos Aires, Argentina.
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