Desde el alma IV
Hogar dulce hogar
El anciano murmura sus plegarias
en el amanecer de un nuevo día,
sentado a la puerta del hogar de ancianos
mirando el horizonte de la calle infinita.
Espera un milagro de la vida
aunque sabe que hace mucho
que dejó de creer en ellos.
Hasta duda de la existencia de Dios.
Sus hijos no vendrán, está seguro,
tan seguro cono que vendrá la muerte
a calmar tanto desasosiego
y tanto pero tanto cansancio.
Sabe que debe esperar:
a los hijos que no vendrán
y a la muerte que sí vendrá
a traer el bendito consuelo.
Julio César Melchior
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