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Juegos que jugaban los niños de antaño
La perinola
Juego de niños y de adultos. Los primeros juegan por cosas de mínimo o ningún valor, simplemente distraerse, y los otros por dinero. Se juega generalmente en familia o entre amigos, y se la hace girar impulsándola entre los dedos pulgar e índice, tomándola de la parte superior o cabo.
La Perinola es una pieza de madera o plástico, con la parte superior angostada y la inferior cuadrangular. Una de las caras tiene letras, que son S, equivalente al Ponga, T, Toma todo y N, Nada. Intervienen tantos jugadores como se desee, y van haciendo girar la perinola y procediendo de acuerdo a las letras. Claro que previamente deben colocar partes iguales de objetos (carozos, tapitas de botellas gaseosas los niños y monedas o billetes los adultos). Si sale T, arrasa con todo lo jugado; si sale P, el jugador debe poner una parte igual a la que puso cuando se inició el juego; si sale S, saca una parte igual a la que puso al iniciar el juego; y si sale N, ni saca ni pone. Solamente tiene que esperar nuevamente su turno, lo que ocurre siempre y cuando alguno de los que le siguen, no arrase con todo.
El juego es universal y muy conocido. En cierto modo también se puede considerar la Perinola como un trompo. Tanto es así, que a veces los niños juegan simplemente a hacerla bailar, ganando quien consigue que la perinola baile más tiempo.
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La perinola supersticiosa
La perinola tuvo en la sociedad antigua cierta importancia en el terreno de la superstición. En una escena pintada en un vaso ateniense (citado y reproducido por O. Jahn, en Arch. Zeitung 1857) se ve a una joven sentada contemplando con atención un pequeño anillo, atravesado por un eje perpendicular al diámetro: el objeto que tiene delante, a la altura del pecho, parece que descansa por su punta inferior en una mesa o en un muelle, y, bien mirado, parece ser una perinola cuyo eje oscila oblicuamente respecta del plano de la mesa o mueble. Por desgracia, esta pintura es sólo un fragmento de muy pequeñas dimensiones, y sería muy aventurado fundar en él conjeturas. Lo cierto es que la perinola, con su movimiento, podía proporcionar signos cabalísticos o contribuir a los sortilegios.
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