Tesoros que nos legaron nuestros antepasados
El mantel de la abuela
Colaboración de Ana Margarita Schechtel
¡Qué agradable es recibir visitas! ¿No? Uno se prepara para pasarla bien y se dispone a ser el mejor de los anfitriones. Todo reluce y la mesa está impecable, hasta colocamos ese mantel, que fue pasando por todas las mujeres de la familia como una tradición, a medida que se casaban. Su blancura es incomparable y sus bordados a mano nos recuerdan la laboriosa tarea de las mujeres de otras épocas, donde bordaban todo lo que encontraban a su paso, algo que hoy es prácticamente imposible.
El pensar en ello nos dibuja una sonrisa en la cara, mientras nos imaginamos con el más chiquito a upa, terminando de cocinar algo rápido, porque en unos minutos tenemos una reunión de trabajo, atendiendo el celular que no para de sonar y de paso vamos acomodando todo lo que encontramos desordenado... ¿Sabría nuestra architatarabuela en manos de quién iba a quedar ese mantel? ¿Se imaginaría el rol que desempeña hoy el sexo "débil"?
Todo muy lindo, pero un timbre nos hace volver a la realidad. Besos, abrazos y alegrías. Pasen, siéntense, qué quieren tomar, vamos a la mesa, por favor siéntanse en su casa, son palabras que inevitablemente surgirán de un momento a otro. Todo parece ideal hasta que alguien vuelca la copa de vino tinto sobre "el mantel" y para colmo de males a otro alguien se le ocurre decir jocosamente, las típicas palabras: ¡¡¡Alegría, alegría!!! ¿Cuál es la alegría? pensamos nosotros. Pero, con nuestra mejor sonrisa y una impecable actuación, que dejaría a más de una actriz de primera línea, con la boca abierta, decimos: No se preocupen... es simplemente un mantel... réstenle importancia al asunto...
Sin duda alguna, por dentro los queremos matar y en ese mismo instante evaluamos que seguramente el bellísimo, histórico y tradicional mantel, estará presente en muchísimas menos ocasiones de las que seguramente pensarían nuestros antepasados.
Ana María Schechtel vive en la Capital Federal. Es suscriptora de Periódico Cultural Hilando recuerdos, a través del cual, mes a mes, llena su alma –según confesó cuando nos visitó en la redacción- de dulces remembras e inolvidables recuerdos. Estas remembras y recuerdos la llevaron a publicar este bello relato.
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